No hay historias interminables, es cierto que cuando las historias son dolorosas se nos antojan interminables, pero no lo son. Al igual que cuando son felices no queremos que se acaben, esas las queremos interminables…
Y la vida está hecha de unas y otras, conviviendo entre sí, entrelazándose al capricho de no se sabe muy bien quién. Y…todas, todas traen aprendizajes, todas están hechas a medida de lo que necesitamos para llegar a ser nuestra mejor versión. Es sólo cuestión de paciencia, cuestión de tiempo y confianza el entender para qué, el encajarlas en el puzzle de nuestra historia en particular.
Así la vida nos trae momentos dulces, momentos de serenidad y bienestar. Momentos que no queremos que se acaben, momentos que a veces no podemos creer estar viviendo, momentos que claramente identificamos de expansión. Nos sentimos grandes, poderosos, casi invencibles.
De todos esos momentos el más poderoso es el del Amor, sin parangón. Hay otros, claro, pero ninguno tan poderoso, todos lo sabemos. De manera que a veces nos aferramos a él olvidando nuestro propio amor, saltándonos los límites de nuestro propio yo, en una apuesta arriesgada por conservar aquello que tan feliz nos hizo y que tanto nos aleja, ahora, de nosotros mismos.
Nos aferramos a la droga del amor, necesitamos una dosis con regularidad, sin recordar ya muy bien qué es lo que nos hizo enganchar. Nos adaptamos, actuamos como verdaderos extraños a nuestro yo con tal de obtener esa dosis y nos olvidamos de quienes éramos, de quienes somos. Nos alejamos, nos perdemos, nos convertimos en sombras de quienes amamos y empieza la locura que se genera cuando nos apartamos de nuestro verdadero amor, de nosotros. Empieza la locura de cuando nos enajenamos y nos convertimos en una mala copia de lo que fuimos. Y nos lamentamos, porque cada vez necesitamos una dosis mayor para compensar ese vacío que genera el no ser uno mismo. Y nos atacamos de celos porque vemos sombras donde no las hay, porque ya toda dosis nos parece poca, porque no tenemos la nuestra propia y exigimos al otro que nos dé lo que no tenemos para nosotros. Exigimos que se quede con quien nosotros no sabemos estar, no sabemos Ser.
Y entonces aquello que nos generó tanta potencia se convierte en nuestro peor postor, lo que fue Amor ahora es Dolor, pero le seguimos llamando amor y seguimos declarándolo a los cuatro vientos, a veces en un intento desesperado, a veces en extremis…
Y en esa ceguera loca nos movemos y no entendemos porqué la vida nos castiga, porqué la vida nos abandona.
Y yo me pregunto Es la vida la que nos ha abandonado? O fuimos nosotros quienes nos abandonamos, quienes no escuchamos nuestras necesidades, quienes nos saltamos nuestros limites, quienes los derrumbamos? Quienes no fuimos capaces de amarnos?
La Vida nunca nos abandona, la Vida con sus enormes brazos siempre nos sostiene, nos acuna, nos mece. Los brazos de la Vida son fuertes y suaves, huelen a jabón de Marsella. Los brazos de la Vida son como los de una madre, siempre allí para un abrazo, una caricia o…un tortazo si es necesario. La Vida no nos niega, no nos priva, la Vida sólo pide una condición, nos pide honrar la Vida, honrarla a través del Amor.
Y cuando amamos nuestra propia Vida, cuando somos capaces de seguir el camino a nuestra mejor versión, legitimarnos, respetar nuestros límites, tener en cuenta nuestras necesidades, es cuando la Vida mas nos abraza y nos columpia en un cielo de oportunidades todas a nuestro alcance.
Y así, depende de cada uno de nosotros que nuestra historia sea interminable, que en un perfecto encaje de bolillos tejamos los momentos dulces con los amargos. Que no vivamos en el mal karma, sino en el aprendizaje, que cuando no nos venga de cara seamos capaces de entender qué la Vida nos trae que tan necesario es para seguir en este camino de pasión.
Mi querida amiga es fácil opinar del pasado, lo difícil es decidir mirando a un futuro que no conocemos, pero que es nuestro si así nos lo proponemos. Te quiero, no llores más, llénate de besos.
un abrazo!
Precioso Antonia! Ya tenía ganas de leerte… Llénate de besos hermana!
Me gustaLe gusta a 1 persona
😘😘
Me gustaMe gusta
Gracias Antonia un post lleno de magia. Que en la vida no nos falten besos que regalar y tener cerca a alguien para que los reciba. Casi na
Un abrazo y un saco de besos.
Jesús Mari
Me gustaLe gusta a 1 persona
Otro para ti! Feliz dia JesusM!
Me gustaLe gusta a 1 persona
aquí una drogadicta, acostumbrada al balancín de lo blanco-negro, y aprendiendo a encontrar el gris, como Gandalf….que agradece ENORMEMENTE este artículo, esta oda que explica lo que un día escuché, y que creí piropo, pero no lo es: eres una donante de amor”
…Tanto diste que te quedaste sin él cuando más lo necesitabas…..
Me gustaLe gusta a 1 persona
Besos Diva!!
Me gustaMe gusta
Gracias, una vez más tan real y necesaria como positiva… 🙂 Nos vemos pronto!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Deseando Esther!
Me gustaMe gusta
impresionante…y qué tal cierto es querernos a nosotros mismos pues cuando lo hacemos, conseguimos que todo a nuestro alrededor se ponga de nuestra parte, querernos bien.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Besos Patricia!
Me gustaLe gusta a 1 persona